Ideario

NUESTRO IDEARIO

La presencia de la Iglesia en la tarea de la enseñanza

Dentro de la pluralidad de opciones educativas, y atendiendo al deseo de muchas familias que reclaman una educación cristiana para sus hijos, surge la escuela católica que manifiesta «la presencia de la Iglesia en la tarea de la enseñanza«.

La escuela católica, abierta a todos, sin distinción de procedencia, raza, nivel económico o credo, plantea un proyecto educativo que se define «por su referencia explícita al Evangelio de Jesucristo, con el intento de arraigarlo en la conciencia y en la vida de los jóvenes, teniendo en cuenta los condicionamientos culturales de hoy«.

Pretendemos una formación integral de los alumnos y las alumnas de acuerdo con una concepción cristiana del hombre, de la vida y del mundo y que les prepare para tener una personalidad madura y para participar activamente en la transformación de la sociedad, para que en ella estén presentes los valores cristianos.

Por ello conviene recordar la clara misión de la escuela católica en las tareas educativa y evangelizadora de la Iglesia, y la concreción de esta labor en el Colegio Diocesano San Roque, que se refleja en nuestro ideario.

La escuela católica es un lugar de humanización mediante la asimilación de la cultura, pero dada su peculiaridad se convierte en una comunidad cristiana por su proyecto educativo.

En el centro escolar se transmite la cultura de un modo orgánico, sistemático y crítico. Esta transmisión no es neutra. En ella influyen condiciones, circunstancias, agentes y proyectos educativos con una determinada concepción del hombre y de la sociedad. Esta transmisión de la cultura influye en el sentido de la vida humana que tienen los niños y jóvenes. Por su función educativa, la escuela no puede prescindir de las cuestiones  del sentido de la vida humana y, entre ellas, las referidas a la dimensión religiosa. Esta dimensión, de acuerdo con las propias convicciones y respetando las de los otros, ha de entrar con pleno derecho en el mundo cultural de la escuela.

La escuela católica se caracteriza fundamentalmente porque su comunidad educativa está llamada a ser comunidad cristiana. «Su fin es conducir al hombre a su perfección humana y cristiana y a su maduración en la fe, dos facetas de una única realidad». Así, todos los agentes involucrados en la vida escolar son verdaderos evangelizadores llamados a darse testimonio mutuo.

    La escuela católica es un lugar de humanización mediante la asimilación de la cultura, pero dada su peculiaridad se convierte en una comunidad cristiana porque su proyecto educativo:

  • Crea un ambiente de la comunidad escolar animado por el espíritu evangélico de libertad y de caridad;
  • ayuda a los niños, adolescentes y jóvenes para que, en el desarrollo de la propia persona, crezcan a un tiempo según la nueva criatura comenzada en ellos por el bautismo; y
  • ordena toda la cultura humana según el mensaje de la salvación.
  • la exigencia de la educación en la fe incluye "una adhesión sincera al magisterio de la Iglesia, una presentación de Cristo como modelo supremo de hombre y un especial cuidado de la calidad de la enseñanza religiosa escolar"

COLEGIOS DIOCESANOS

Un colegio diocesano es aquel cuya titularidad la tiene, directa o indirectamente, el Arzobispado de Valencia, y todos ellos son de iniciativa social.

Los colegios diocesanos de Valencia capital nacen en virtud del interés de un grupo de sacerdotes diocesanos que en los años 50 se dan cuenta de la importancia de la educación católica en un momento en el que sólo había dos Institutos en Valencia. Se crean entonces, 12 filiales en otras tantas parroquias situadas todas en barrios del extrarradio de la ciudad, cuyos habitantes eran, en su mayoría de clase social baja y, en buen número de ellos, de población procedente de la emigración y claramente marginada. La labor social de estos colegios sigue vigente. 

Colegio Diocesano San Roque

El  centro educativo San Roque fue fundado por un grupo de católicos de la parroquia de San Roque aconsejados por el párroco don Juan Blanquer en el año 1959. Tenía como objetivo y finalidad dotar al barrio de Benicalap de un  centro escolar (ya que carecían de él) para niños y jóvenes que crecían sin escolarizar, a no ser que los padres, con escasos recursos en general, hiciesen un sacrificio y  les llevasen a academias particulares.

Además, se añadía otra finalidad fundamental: la de impregnar de formación integral y católica a una juventud inmigrante o de padres inmigrantes, faltos de raíces en el lugar.

Con los estudios de Bachillerato, el Colegio San Roque se convirtió en la filial número 1 del Instituto Luis Vives. Más tarde, y siempre atendiendo a las necesidades del barrio, se iniciaron otros estudios reglados como los de Infantil, Enseñanza Primaria y Secundaria,  Formación Profesional… que hoy componen la oferta del centro. 

Nuestro colegio asume el proyecto diocesano de educación en la fe, el cual canaliza las acciones educativas    dirigidas a niños, adolescentes y jóvenes en diversos lugares  (familia, colegio, parroquia, movimientos educativos…) y por diversos agentes pastorales (padres, sacerdotes, profesores, educadores…).

Todos estos lugares y agentes se complementan mutuamente  sin que haya uno que realice la totalidad de la educación cristiana. Todos deben integrarse, coordinarse entre sí, en una única pastoral educativa de infancia y juventud. Asumiendo nuestra responsabilidad en la educación en la fe de nuestros alumnos, hemos elaborado un Plan de Pastoral, que se incluye en el Proyecto Educativo de Centro. Dicho plan de pastoral tiene en cuenta que todo tiene que ayudar en esta dimensión educativa profunda y evangelizadora:

–     el centro con la totalidad de su lenguaje y acciones;

–     cada profesor por el testimonio y las relaciones de acogida, comprensión, acompañamiento  y respeto;

–     la clase de religión;

–     las actividades pastorales: celebraciones, convivencias, grupos, relaciones y pertenencia a la comunidad parroquial.

Además el colegio San Roque opta por impartir la asignatura de religión a todos sus alumnos, como la mejor manera de «presentar el mensaje cristiano como instancia crítica del hombre y de su cultura y establecer un diálogo positivo entre la fe y la cultura».

El colegio diocesano San Roque pretende redescubrir en el alumno su dimensión cristiana, consolidando y  estructurando su fe para dar sentido y coherencia a  su vida. Hecho que es posible teniendo en cuenta la revelación de Jesucristo, que se nos presenta  como  modelo.

Nos proponemos que:

–    los niños y adolescentes descubran y encuentren en Jesús y su Evangelio las respuestas  a sus inquietudes;

–     descubran  en Cristo el sentido de la totalidad de su vida, y busquen la más plena identificación con Él, con todas sus implicaciones, porque Él es el revelador de Dios y en consecuencia de la verdad del hombre;

En última instancia, la finalidad del colegio diocesano San Roque es impulsar y facilitar la participación de los niños y jóvenes en la vida de la comunidad cristiana y promover y acompañar su compromiso en la acción evangelizadora de la Iglesia a favor de otros miembros  de la sociedad

 

Agentes educativos

El profesor y el personal no docente en su vida profesional participan del ministerio profético de Cristo mediante la comunicación de la verdad. Es una llamada a ser formador integral, desarrollando al ser humano en su totalidad, formando «personalidades  fuertes y responsables, capaces de hacer opciones libres y justas», dejándose guiar por una determinada concepción de la persona, «centro y vértice de todo lo que existe sobre la tierra» . Los profesores y el personal no docente han de ser en su tarea diaria especialmente testigos de la fe para llevar a cabo su misión evangelizadora, comprometiéndose «en la tarea de formar seres humanos que hacen realidad la civilización del amor» . Para esto, todo su trabajo dentro y fuera del aula, debe llevar «el sello del amor cristiano que es sencillez, veracidad, fidelidad, mansedumbre, generosidad, solidaridad y alegría». El profesor de la escuela católica debe reconocer en cada alumno a una persona única, que merece toda su atención y dedicación. Además debe estar atento al momento evolutivo y a las circunstancias concretas en las que viven sus alumnos para, desde ahí, poder desarrollar mejor su tarea educativa.

El profesor de la escuela diocesana católica está llamado a propiciar el diálogo entre la fe y la cultura. De este modo podrá ayudar a los alumnos a crecer en la fe. Este tipo de docente y, muy especialmente, el de la asignatura de religión, en este período, tiene un servicio eclesial misionero de primer orden. Es un vínculo especial de relación con la Iglesia, cercano a muchos niños y adolescentes. Las actividades pastorales, dentro y fuera del horario escolar, son un recurso misionero hoy muy necesario.

Para realizar este proyecto:

«… Todos los profesores tienen el deber de actuar al unísono o en comunión. Cada uno desarrollará su programa con competencia científica, pero en el momento adecuado, ayudará a los alumnos a mirar más allá del horizonte limitado de las realidades humanas».

La familia es la principal educadora en la fe. Además es importante tener presente que ella es, en este periodo, el crisol que purifica las otras influencias educativas que el niño y el joven reciben de la sociedad. No puede olvidarse que los programas de la televisión, el cine,  los amigos… proporcionan al niño y adolescente información sobre normas y patrones de conducta, actitudes y comportamientos que configuran su personalidad y la búsqueda de su ideal que no siempre coinciden con lo que se le propone en los ámbitos en los que se está educando en la fe.

La familia no sólo  ha de tener presente estos factores, sino que es el lugar privilegiado para contribuir a educarles en la capacidad crítica y a colaborar en los valores sociales evangélicos. El ejemplo, el acompañamiento personal, cariñoso, misericordioso, afable y la corrección por parte de los padres es un magnífico medio para ayudarle a interiorizar las actitudes de fe y manifestarlos en su vida.

Por parte del colegio diocesano San Roque pensamos que es indudable la importancia que tienen los padres para que sus hijos continúen su educación en la fe en algunos lugares comunitarios eclesiales, como la parroquia y los grupos o movimientos eclesiales y/o educativos. Por ello invitamos y fomentamos que también las familias se incorporen o fortalezcan sus vínculos con la Iglesia.

En el colegio diocesano San Roque entendemos que los alumnos son los principales artífices del proceso educativo, tanto en su dimensión intelectual como en su dimensión humana. Pretendemos que nuestros alumnos adquieran una formación intelectual que les permita afrontar los retos que la sociedad les plantee, pero atendiendo especialmente a una formación humana que les permita fundamentar su vida sobre valores sólidos: la responsabilidad, la libertad, el esfuerzo, el sacrificio, la constancia, el respeto, la tolerancia, la solidaridad, la participación… Esta formación humana no sería total si no estuviera abierta a la trascendencia; esto es, a la referencia a Dios, a quien el hombre y la mujer remiten su propia existencia y que se nos ha manifestado plenamente en Jesucristo.

El alumno  que opta por una escuela católica tiene derecho a ser evangelizado. Por eso, el colegio diocesano San Roque asume la misión de presentar a Jesucristo como el modelo de persona en quien el hombre y la mujer se ven plenamente realizados y, por tanto, en quien pueden alcanzar la felicidad.

El colegio favorece, propone y presenta cauces para que el propio alumno pueda vivir la experiencia de encuentro con Jesucristo, y desde Él pueda llegar a tener una visión cristiana de la vida y del mundo. Esta experiencia es la que convierte a los propios alumnos en evangelizadores de los demás, tanto en el ámbito de la escuela como en los demás ámbitos en los que el alumno desarrolla su vida.

Nuestros alumnos, asumiendo estos principios, se comprometen a:

–    Tener una actitud constructiva y responsable ante la institución educativa que es el colegio.

–    Colaborar en la creación y mantenimiento de un ambiente en el colegio que facilite la convivencia.

–  Respetar sin distinciones a todas las personas que formamos la comunidad educativa, es decir, valorar  la individualidad de cada cual y aceptar las diferencias.

–   Proponer y participar en cuantas actividades formativas se planteen en el colegio como caminos para su propia maduración personal.

–   Estar abiertos al diálogo con la cultura y el pensamiento imperantes en nuestra sociedad, desde una visión crítica que les ayude a encontrar la síntesis entre la fe  y la razón.

VEN A CONOCERNOS

La educación de tus hijos en las mejores manos.
https://colegiosanroque.com/